martes, 19 de junio de 2012

LA MUERTE DE LA CONVERSACIÓN


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>
> ¡Por fin alguien lo hizo!
>
> Acabo de leer en internet que a la entrada de algunos restaurantes
> europeos les decomisan a los clientes sus teléfonos celulares.
>
> Según la nota, se trata de una corriente de personas que busca
> recobrar el placer de comer, beber y conversar sin que los ring tones
> interrumpan, ni los comensales den vueltas como gatos entre las mesas
> mientras hablan a gritos.
>
> La noticia me produjo gran alegría, por eso te la ENVIÓ  para que en
> nuestros HOGARES, en Nuestros Colegios,  en todo  MEXICO, copiemos
> esta gran idea.

>
> Personalmente, ya no recuerdo lo que es sostener una conversación de
> corrido, larga y profunda, bebiendo café o chocolate, sin que mi
> interlocutor - incluyendo a mis familiares me dejen con la palabra en
> la boca, porque suena su celular.
>
> En ocasiones es peor.
>
> Hace poco estaba en una reunión de trabajo que simplemente se disolvió
> porque tres de las cinco personas que estábamos en la mesa empezaron a
> atender sus llamadas urgentes por celular. Era un caos indescriptible
> de conversaciones al mismo tiempo; y lo que es peor aún, mientras nos
> reunimos, no falta quienes simplemente se dediquen a jugar o manipular
> el celular sin ton ni son haciendo que los interlocutores se vayan
> aislando paulatinamente en su mundo de la tecnología.
>
> Gracias al celular, la conversación se está convirtiendo en un esbozo
>  telegráfico que no llega a ningún lado.
>
> El teléfono se ha convertido en un verdadero intruso. Cada vez es peor.
>
> Antes, la gente solía buscar un rincón para hablar. Ahora se ha
> perdido el pudor, obligando a las personas que los rodean, a escuchar
> conversaciones, la mayoría de las veces, carentes de sentido. Todo el
> mundo grita por su celular, desde el lugar mismo en que se encuentra.
> La batalla, por ejemplo, contra los conductores que manejan con una
> mano, mientras la otra, además de sus ojos y su cerebro se concentran
> en contestar el celular. Hasta los motociclistas manejan con una sola
> mano mientras atienden o envían un mensaje de texto por su celular.
>
> Aunque la gente piensa que puede hablar o escribir al tiempo que se
> conduce, hay que estar en un accidente causado por un adicto al
> teléfono para darse cuenta de que no es así.
> No niego las virtudes de la comunicación por celular.
>
> La velocidad, el don de la ubicuidad que produce y por supuesto, la
> integración que ha propiciado para muchos sectores antes al margen de
> la telefonía.
>
> Pero me preocupa que mientras más nos comunicamos en la distancia,
> menos nos hablamos cuando estamos cerca.
>
>
> Mucha razón tiene el que dijo que el celular sirve para acercar a las
> personas lejanas y alejar a las cercanas...!
> Me impresiona la dependencia que tenemos del teléfono.
>
> Preferimos perder la cédula que el móvil, pues con frecuencia, la
> tarjeta SIM (léase: sin moderación) funciona más que nuestra propia
> memoria.
>
> El celular más que un instrumento, parece una extensión del cuerpo, y
> casi nadie puede resistir la sensación de abandono y soledad cuando
> pasan las horas y este no suena.
>
> Por eso quizá algunos nunca lo apagan.
>
> ¡Ni en el cine, ni en el banco, ni en un concierto!!!!! He visto a más
> de uno contestar en voz baja para decir: "Estoy en el cine, en el
> banco o en el Teatro oyendo la filarmónica, ahora te llamo".
> Es algo que por más que intento, no puedo entender.
>
> También puedo percibir la sensación de desamparo que se produce en
> muchas personas cuando las azafatas dicen en el avión que está a punto
> de despegar que es hora de apagar los celulares.
>
> También he sido testigo de la inquietud que se desata cuando suena uno
> de los ring tone más populares y todos en acto reflejo nos llevamos la
> mano al bolsillo o la cartera, buscando el propio aparato.
> Pero de todos, los Blackberry merecen capítulo aparte.
>
> Enajenados y autistas!
>
> Así he visto a muchos de mis colegas, absortos en el chat de este nuevo invento.
>
> La escena suele repetirse.
>
> El Blackberry en el escritorio, o al llegar a un restaurante o en
> cualquier reunión o visita familiar es colocado en un lugar donde
> pueda estar a la vista de todos.
>
> He observado familias en un restaurante donde cada uno está pendiente
> mas del celular que de compartir un rato agradable juntos.
>
> Un pitido que anuncia la llegada de un mensaje, y cada uno se lanza
> sobre el teléfono.
>
> Casi nadie puede abstenerse de contestar de inmediato.
>
> He estado con personas que después de teclear un rato, masajear la
> bolita, y sonreír me miran y dicen:
>
> "¿De qué estábamos hablando?". Pero ya la conversación se ha ido al traste.
>
> No conozco a nadie que tenga Blackberry y no sea adicto a éste.
>
> Alguien me decía que antes, en las mañanas al levantarse, su primer
> instinto era tomarse un buen café. Ahora su primer acto cotidiano es
> tomar su aparato y responder al instante todos sus mensajes.
>
> Es la tiranía de lo instantáneo, de lo simultáneo, de lo disperso, de
> la sobredosis de información y de la conexión con un mundo virtual que
> terminará acabando con el otrora delicioso placer de conversar con el
> otro, frente a frente.
>

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